Cuando la mayoría de la gente piensa en los beneficios de tener un perro, un gato u otro animal peludo, probablemente asocie que los sentimientos de amor incondicional de estos animales se extienden a sus propietarios. Con frecuencia, las mascotas pueden mejorar nuestro estado de ánimo y luchar contra nuestros sentimientos de soledad. También son capaces de producir numerosos de otros beneficios probados para la salud como mejorar las destrezas sociales, disminuir el riesgo de ataque cardiaco de la persona y reducir la probabilidad de alergias.

Históricamente, la creencia médica popular era que poseer una mascota podría llevar al desarrollo de alergias, pero los nuevos datos de estudios de la población contradicen esta línea de pensamiento. De hecho, algunos estudios demuestran que las mascotas peludas reducen el desarrollo de alergias. Un nuevo estudio de la Universidad de Turko, en Finlandia, indica que el factor responsable podría ser que la exposición a animales con pelo lleva a cambios en la flora intestinal humana y esto cambia el sistema humano para bloquear las alergias.

Antecedentes:

El ritmo de enfermedades alérgicas entre las poblaciones urbanas de todo el mundo se ha incrementado espectacularmente en años recientes. Se cree que una reducción en la exposición a factores medioambientales naturales podría ser la responsable. Uno de los factores medioambientales importantes podría ser la exposición a animales, ya que varios estudios han demostrado que la exposición a animales de pelo, incluyendo contactos en los primeros años de vida con ganado, podría proteger contra el  asma y las alergias. Aunque la mayoría de los investigadores se han centrado en la respuesta inmune directa a esta exposición, podría haber otro factor: una mayor exposición a la diversidad microbiana y su influencia en el microbioma humano.

Nuevos datos:

Para explorar la relación entre la exposición a mascotas peludas y el desarrollo de enfermedades alérgicas como el asma, los investigadores de Finlandia examinaron la flora intestinal de niños inscritos en un estudio aleatorio continuo controlado por placebo en niños con un historial familiar de asma, eccemas, alergia al polen o alergia alimentaria.

Los investigadores identificaron los niños (n = 51) de familias que tenían el menos 1 mascota de pelo en casa durante el embarazo y en el primer año de vida. Los niños (n = 64) de familias sin mascota fueron seleccionados como controlas en orden consecutivo de reclutamiento. Para determinar el desarrollo de alergias, se llevaron a cabo pruebas de escarificación (SPT) a los 6 meses de edad. Los antígenos examinados mediante SPT incluyeron leche de vaca, clara de huevo, harina de trigo y arroz, bacalao, semilla de soya, abedul, 6 hierbas, gato, perro, ácaros, látex, patata, zanahoria y plátano. Los niños con al menos 1 reacción positiva al SPT fueron designados como atópicos. A los seis meses de edad, 19 niños tuvieron reacciones a al menos uno de los alérgenos examinados.

El equipo del estudio también reunió muestras fecales de los pañales cuando los bebés tenían un mes de edad. Una de las pruebas realizadas fue un análisis de ADN para dos tipos de bifidobacteria que se encuentran específicamente en los tractos gastrointestinales de animales de pelo y no en los humanos: B. thermophilum y B. pseudolongum. La presencia de estas bacterias se asoció con la exposición a un perro, un gato o un conejo como mascota. Un tercio de los niños del grupo expuesto a las mascotas tenía bifidobacteria específica animal en sus muestras fecales, comparado con un 14 % del grupo de comparación. Por lo tanto, incluso algunos niños sin mascotas peludas en casa pueden adquirir estas bacterias y que se desarrollen en su propio microbioma. No es difícil estar expuesto a estas bacterias de forma que esto lleve a su crecimiento en el intestino humano. Por ejemplo, cuando un perro lame la cara o la mano de un niño, las bacterias de las mascotas se pueden transferir a la boca del niño y más tarde al intestino.

Los resultados del análisis indicaron que de los 19 niños con SPT positivos, ninguno tenía la bacteria B. thermophilum en sus muestras fecales. Esta asociación no era una coincidencia e indica que la exposición a mascotas en los primeros años de vida puede tener un impacto en la composición del microbioma humano de forma que puede reducir el riesgo de enfermedades alérgicas.

Comentario:

Esta es la conclusión de este análisis, la flora intestinal (microbioma) tiene un gran papel en el desarrollo adecuado del sistema inmunológico y puede evitar el desarrollo de alergias. Además, como destaqué en un boletín anterior con otro análisis de este mismo ensayo clínico, la suplementación probiótica durante los seis primeros meses de vida no solo redujo la probabilidad de alergias e infecciones, sino también el trastorno de hiperactividad con déficit de atención (TDAH) y los trastornos en el espectro del autismo, incluyendo el síndrome de Asperger.. Parece que además de la suplementación probiótica, la exposición a las mascotas de pelo también puede ayudar a mejorar el microbioma humano. Quizá, es tan solo, alguno de los beneficios que se atribuyen a los perros terapéuticos (y caballos) en los niños con trastorno en el espectro del autismo además de en otras situaciones, podría ser debido en parte a influenciar al microbioma de forma positiva.

Referencia:

Nermes M, Endo A, Aarnio J, Salminen S, Isolauri E. Furry pets modulate gut microbiota composition in infants at risk for allergic disease.. J Allergy Clin Immunol. 2015 Sep 3. pii: S0091-6749(15)01036-2.